Santiago 3:1-12
Versículo clave 3:9
¡Ser un maestro de la Biblia es difícil! Los maestros de la Biblia están sujetos a un estándar más alto por Dios que aquellos que no son maestros de la Biblia. Esto se debe a que tenemos una gran responsabilidad de usar nuestras lenguas sabiamente. ¡Es algo difícil de hacer! La lengua es un músculo muy pequeño, pero muy poderoso. Como uno pequeño freno en un caballo o un pequeño timón en un gran barco puede controlar la dirección del caballo o del barco, la lengua tiene el poder de mover la vida de una persona en una dirección u otra. Usadas incorrectamente, nuestras lenguas pueden corromper todo el cuerpo. Por importante que sea domar nuestras lenguas, nadie puede hacerlo solo.
La lengua es un mal inquieto. También es como un fuego que puede incendiar todo el curso de la vida. También es cierto que nuestras lenguas se pueden usar para cosas hermosas. Con nuestras lenguas alabamos a Dios y le cantamos himnos de alabanza. Pero con eso, también maldecimos a los demás. ¡Esto no puede ser! Así como el agua dulce y el agua salada no pueden fluir de la misma corriente, no podemos alabar a Dios y maldecir a nuestro hermano con la misma lengua. Nuestras lenguas deben usarse para alabar a Dios y para edificar a nuestros hermanos y hermanas.
Oración: Padre, ¡es tan difícil controlar mi lengua! Tenga piedad de mí y ayúdeme a usarlo solo para alabarle y para edificar a los demás.
Una palabra: ¡Doma tu lengua!