EL PRÍNCIPE DE PAZ

Isaías 9:1-7

Versículo clave 9:6

Dios había humillado a Zabulón y a Neftalí a través del ejército asirio. Pero más tarde, los honraría. Esto sucedió cuando Jesús ministró en Galilea. Jesús es la gran luz que se profetiza aquí. Gracias a Jesús, ha resplandecido una gran luz. Alguna vez vivimos en la oscuridad, pero ahora tenemos la luz de Dios brillando para nosotros y en nosotros a causa de Jesús. Él es la razón de nuestro regocijo. Él quita el yugo de nuestras cargas. Debido a que Jesús vino y murió en la cruz por nuestros pecados, y fue resucitado a la vida, tenemos victoria sobre el pecado y la muerte y una esperanza segura en una vida nueva y eterna.

Los versículos 6 y 7 son una hermosa interpretación de quién es Jesús para nosotros. Por que un niño nos es nacido! Porque un hijo nos es dado! Dios nos ama tanto que nos dio a su Hijo para que pudiéramos tener vida. Él Admirable y nuestro Consejero. Podemos acudir a él con todos nuestros problemas. Él es un Dios Fuerte por medio del cual hemos derrotado a Satanás. Él es nuestro Padre Eterno que nos ama y nos protege. Él es nuestro Príncipe de Paz, por medio de quien tenemos paz con Dios. ¡Él es nuestro Rey eterno!

Oración: Padre, gracias por Jesús. Él es nuestra luz y nuestro maravilloso Señor y Rey. Permita que la luz de Jesús brille intensamente en cada uno de nosotros.

Una palabra: Escucha la palabra de Dios y obedece

TODAS LAS NACIONES VERÁN MI GLORIA

Isaías 66:1-24

Versículo clave 66:19b

El Dios Creador es demasiado grande para ser contenido en un templo hecho por el hombre. La adoración superficial ofrecida a su manera y el pecado le son ofensivos. Dios traerá su juicio sobre ellos. Dios quiere que tengamos corazones humildes y contritos que tiemblen a su palabra. Cuando escuchamos atentamente cada palabra que Dios ha dicho y la obedecemos, es posible que la gente nos odie, se burle de nosotros y nos excluya. Pero Dios nos reivindicará, nos consolará como una madre consuela a su hijo, y nos dará paz como un río manso.

Dios no quiere que su pueblo se comprometa con los impíos, siguiendo sus formas de vida corruptas. Vendrá con fuego para ejecutar su juicio sobre todos los pueblos. En ese día, Dios reunirá a sus remanentes de todas las naciones y lenguas y revelará su gloria a toda la humanidad por sus actos de juicio sobre el mal y por su gracia salvadora y amor inagotable. El remanente del pueblo de Dios, que vea su gloria y pruebe su perdón, será enviado a las naciones como testigos de su evangelio. Llamarán al mundo gentil a una obediencia que viene de la fe. Aquellos que son redimidos por la gracia de Jesús también reciben el privilegio del deber sacerdotal (Ro 15:16) con gloriosa esperanza en el reino de Dios.

Oración: Señor, prepáreme y úseme para que sea humilde y contrito de espíritu. Por favor, ayúdeme a mantener su gran visión para la redención del mundo en mi corazón y vivir como uno de su pueblo santo que proclama su gloria entre las naciones.

Una Palabra: Proclamar la gloria de Dios a todas las naciones.

CIELOS NUEVOS Y UNA TIERRA NUEVA

Isaías 65:1-25

Versículo clave 65:17

Dios no se había callado, como pensaba la gente. Se reveló a sí mismo a través de sus profetas, pero ellos no lo buscaron ni lo escucharon. Extendió sus manos muchas veces a su pueblo, pero permanecieron tercamente rebeldes. Eran idólatras, buscaron la ayuda de los demonios y depusieron la palabra de Dios. No escaparán del juicio de Dios. Sin embargo, Dios tendrá misericordia del remanente que lo busque (8-11). La destrucción espera a los que abandonan al Señor. Pasarán hambre, sed, experimentarán vergüenza, gemirán de angustia y serán destruidos, pero los siervos de Dios, los que le obedecen y hacen su obra, comerán, beberán, se regocijarán y cantarán canciones de júbilo.

Dios promete a su remanente, a su pueblo restante, nuevos cielos y una nueva tierra: la nueva Jerusalén, un lugar donde siempre tendrán un gozo indecible sin que las tragedias de la tierra se repitan jamás. El antiguo orden de cosas pasará en el momento de la renovación. La protección del Señor garantizará la completa seguridad y satisfacción de su pueblo, y el pueblo de Dios y sus descendientes serán bendecidos. El lobo y el cordero se acostarán juntos y en el monte santo de Dios habrá una paz perfecta. Esta visión se hará realidad solo cuando nuestro Señor Jesús regrese. Su pueblo reinará para siempre con Cristo en gloria (Ap 21).

Oración: Señor, gracias por su promesa de cielos nuevos y tierra nueva. Ayúdeme a mantener su visión en mi corazón y hacer su trabajo por fe.

Una palabra: Buscad a Dios y esperad en él.

EL SEÑOR ES NUESTRO PADRE

Isaías 63:1-64:12

Versículo clave 64:8-9

El guerrero divino viene con su manto empapado en sangre. Su venida es el día de la venganza de los enemigos de su pueblo, simbolizado por Edom. Es también el día de salvación para su pueblo. Esperamos este día cuando Jesús venga nuevamente para poner a todos sus enemigos, incluso el pecado y la muerte, bajo sus pies.

El profeta recuerda el amor inquebrantable de Dios por su pueblo, demostrado en la redención de su pueblo de la esclavitud en Egipto en los días de Moisés. A la luz de la fidelidad de Dios hacia Israel en el pasado, Isaías le pide a Dios que muestre misericordia y compasión por ellos. Pide la intervención activa de Dios para salvarlos. Dios actúa en favor de los que esperan en él y ayuda a los que hacen el bien y se acuerda de sus caminos. Isaías confiesa sus pecados, identificándose con su pueblo pecador e inmundo. Incluso todas sus acciones justas son como trapo de inmundicia (12). No podemos reclamar nada de Dios. Necesitamos la gracia del perdón de Dios. Debemos revestirnos de Jesucristo, la justicia de Dios. El profeta pide misericordia a Dios, como un niño se acerca a su padre, afirmando: “Señor, tú eres nuestro Padre. Somos el barro; eres el alfarero. Todos somos obra de tu mano”. Nuestra esperanza está sólo en Dios que no calla para siempre, sino que ayuda a los que piden misericordia y esperan en él con paciencia.

Oración: Señor, no puedo hacer lo que es recto delante de sus ojos sin su gracia. Límpieme y vístame con la justicia de Cristo.

Una palabra: Dios es nuestro Padre y Redentor.

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ

Isaías 61:1-62:12

Versículo clave 61:1

Jesús citó estas palabras (1-2; Lc 4:18-19) al lanzar su ministerio mesiánico. Por el poder del Espíritu, Jesús proclamó la buena nueva a los humildes y penitentes, vendó a los quebrantados de corazón, dio libertad a los prisioneros del pecado. Trajo el favor de Dios a todos los que lo recibieron y el juicio de Dios a los que no lo recibieron. Otorga hermosura en lugar de cenizas, gozo en lugar de luto y alabanza en lugar de desesperación para que su pueblo sea “roble de justicia”. La obra transformadora de Jesús restaura nuestra misión de servir a Dios y al mundo como ministros de Dios. Por el pacto eterno de Dios con nosotros, nos regocijamos en él, porque estamos revestidos de justicia y salvación. Tales bendiciones se nos dan no por lo que hemos hecho, sino solo por la pura gracia de Dios. Cualquiera que humildemente recibe el evangelio de Jesús encuentra el favor de Dios.

Sion se convirtió en “la Ciudad Desamparada” y “la Tierra Desolada”. Pero Dios seguirá obrando hasta que la gloria de Sion brille y sea evidente para todas las naciones. Entonces Sion será una corona espléndida en la mano de Dios. Su nuevo nombre será “La Ciudad del Deleite de Dios” y “La Novia de Dios”. Los centinelas están apostados, orando sin cesar por el cumplimiento de la promesa de Dios para Sion. Ellos preparan el camino para que la gente venga a Dios hasta que nuestro Salvador regrese.

Oración: Señor, lléneme del Espíritu para proclamar el evangelio con oración incesante por su reino.

Una palabra: ¡Venga tu reino!