TODAS LAS ALMAS SON MÍAS

Ezequiel 18:1-18

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.” (4)

Como el alma del padre, así el alma del hijo es mía (1-4)

Había un refrán en Israel que sugería que los hijos sufrían las consecuencias de las acciones de sus padres. Más Dios no está sujeto a los refranes humanos. Él juzga a cada uno de acuerdo con sus propias acciones. Él juzga el pecado. No pertenecemos a nosotros mismos. Todas las almas pertenecen al Señor, y él juzga cada una con justicia.

Un hombre y sus hijos (5-18)

El Señor juzga a cada uno de acuerdo con sus hechos. El hombre justo que es fiel y ama a Dios ciertamente vivirá. Si su hijo es un hombre malvado no vivirá porque su padre fue justo, él morirá por sus propios pecados. Más si el hijo del hombre malvado se arrepiente y lleva una vida justa, él vivirá. Dios es el juez, y es justo. Cada alma le pertenece a él, quien juzga con justicia. Él es la fuente de la vida y de la justicia en este mundo pecador.

Oración: Señor, ayúdame a seguir tu palabra y a que pueda ser justo y tener vida, porque pertenezco a ti.

Una Palabra: Pertenecemos al Señor.