“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (29)
¡Él quita el pecado del mundo! (29-31)
Finalmente, Juan El Bautista vio a Jesús y testificó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Esta idea era muy revolucionaria. El Mesías no los salvaría de Roma sino de sus pecados, de la muerte y de Satanás. ¡El Mesías quitaría el pecado del mundo al ofrecerse a sí mismo como el cordero pascual! Juan testificó que Jesús era antes de él al ser el Creador. ¡Su propósito en bautizar a las personas con agua era revelar a Jesús a Israel como el Mesías que habría de sufrir!
Él bautiza por medio del Espíritu Santo (30-34)
Juan El Bautista confesó honestamente que él no conocía al Mesías. Sin embargo, él pudo reconocerlo cuando vio al Espíritu Santo descender y permanecer sobre él en forma de paloma mientras Dios le habló. Juan declaró cómo Jesús perdonaría nuestros pecados, por medio del bautismo del Espíritu Santo. Los pecados no pueden ser limpiados con agua sino con el Espíritu Santo, el cual quema todos los pecados.
Señor, gracias por enviar a Jesús, el Cordero de Dios que quita todos nuestros pecados por medio de su sufrimiento y muerte.
Una palabra: Jesús quita nuestros pecados por medio del Espíritu Santo.