EL PAN VIVO QUE DESCENDIÓ DEL CIELO

Juan 6:41-59

«Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.» (51)

«El pan que yo daré es mi carne» (41-51)

Hay muchas barreras que dificultan nuestra creencia en Jesús. Para los judíos presentes ese día, fue su familiaridad con la familia terrenal de Jesús y su crianza. Ellos conocían a sus padres, María y José, personalmente y se preguntaron, «¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?» Todos enfrentamos barreras para tener fe. De hecho, es solamente a través de la gracia de Dios que somos capaces de tener fe absoluta. Dios tuvo que tomar acción en nuestro nombre. Él fue quien inició nuestra fe en Jesús, atrayéndonos a él. ¡Y aquí estamos! Dios nos ha traído a Jesús, el pan vivo. Jesús dice: «El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.» El sacrificio de su cuerpo en la cruz es la base de nuestra salvación y esperanza.

Verdadera comida y verdadera bebida (52-59)

La fe en Cristo es el único camino a la vida. Sin él, nadie puede vivir. Jesús dice, «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.» Comemos su carne y bebemos su sangre cuando ponemos nuestra fe en él y aceptamos que nuestros pecados han sido perdonados para siempre por el sacrificio de su cuerpo y sangre en la cruz. Él es la fuente de la vida y vamos a vivir porque él vive.

Señor Jesús, gracias por la cruz. Gracias por darnos el pan que lleva a la vida eterna.

Una palabra: ¡Come del pan de vida!